Hace unos años, me invitaron a participar en el acto de bienvenida de los nuevos residentes a nuestra «Casa de Salud» Valdecilla. Me permito recuperar ese discurso en un momento en que la inteligencia artificial (IA), especialmente las IAs generativas o conversacionales que generan respuestas “inteligentes” y ha sido entrenado con inmensas bases de datos, están cambiando (o intentando cambiar) nuestra forma de entender la medicina. Este amplio conjunto de herramientas (algoritmos) facilitan enormes y rápidos avances científicos, capaces de impactar de forma muy positiva tanto en la salud individual como colectiva, como la disminución de la variabilidad clínica, la reducción del sesgo médico histórico y el potencial incremento de la equidad en el acceso a la salud. Pero, ¿pueden cambiar la relación médico paciente? ¿pueden hacer desaparecer el ya mermado humanismo de la medicina actual?
Por favor, lee este texto, no serán más de 10 minutos y, después, lee las preguntas con las que finalizo el texto. Creo que nos ayudarán a reflexionar sobre esta(s) fascinante(s) herramienta/s) que es (son) la(s) IA (s).
Bienvenidos al Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Un Hospital con un compromiso de excelencia en la asistencia, docente e investigador, en el que sus profesionales forman el bien más preciado. En un recorte de prensa publicado el 29 de diciembre de 1929 y escrito por el Dr. Gregorio Marañón, se hacía referencia a los inicios de nuestro Hospital. “La vida de la ciencia, como la de los hombres, tiene episodios de fecundidad y episodios de aparente calma. Nuestra
ciencia, la Medicina, ha pasado en el año 1929 por una de esas fases de sopor…». Una excepción consoladora, magnífica, capaz de compensarlo todo, por lo que es en realidad, y más aún por lo que representa como intención y como esperanza, es el Hospital creado en Santander por el
marqués de Valdecilla. Supone tal progreso en la compresión de la asistencia pública y en la orientación pedagógica, que, probablemente, tardaran varios años en darse cuenta de ello los propios enfermos y hasta los mismos médicos. Como toda obra extraordinaria se hace contra el consejo y asentimiento de las mentes llamadas sensatas. Pero esto mismo garantiza su larga vida y su excelencia. Yo tengo por cierto que este Hospital, antes de poco tiempo, será un arquetipo de hospitales y aún de facultades futuras.”. Valdecilla nació bajo el mecenazgo del Marqués de Valdecilla, don Ramón Pelayo, la ideología de don Gregorio Marañón, un referente moral e intelectual, y el liderazgo de don Wenceslao López Albo, un eminente neuropsiquiatra que compartió laboratorio con don Santiago Ramón y Cajal. La unión de estas tres personalidades dio lugar a un cambio de paradigma en el concepto de hospital, fundando un hospital centrado en el paciente, moderno e innovador. El Dr. López Albo diseña un hospital revolucionario para la época, con un organigrama basado en servicios médico-quirúrgicos especializados y coordinados entre sí para formar equipos de trabajo altamente estructurados. Pero la innovación fue más allá y se diferenció del resto de los hospitales españoles de la época al sumar las funciones docente, investigadora y preventiva a la clásica (y única en aquella época) función asistencial. De la Casa Salud Valdecilla no solo se beneficiaron los pacientes de nuestra tierra, sino que contribuyó de forma notable a la Sanidad española, fundamentalmente con dos aportaciones, el Instituto de Postgraduados y la Escuela de Enfermería, en un momento en el que nuestro país carecía de escuelas de especialización. Pero, hablemos del presente, del futuro de nuestra Institución. No penséis que este venerable anciano, nuestro hospital, a sus 85 años está fatigado, obsoleto o trasnochado. Se encuentra en plena forma. A pesar del cambio de fisonomía, a pesar de los profundos cambios de nuestra Sociedad, el espíritu Valdecilla, ese edificio moral e inmaterial que hemos heredado de las personas que formaron y forman parte de esta Institución, sigue siendo el mismo que en el momento de la Fundación. Los tres pilares básicos sobre los que se fundó la Casa de Salud Valdecilla: asistencia, investigación y docencia, están hoy representados por el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, el Instituto de Investigación Sanitaria (IDIVAL) y el Hospital Virtual Valdecilla (HvV), a los que se une de forma indisoluble la Facultad de Medicina. Hoy, y al igual que hace 85 años, nuestro Hospital mantiene una apuesta continuada por la asistencia de excelencia. Es un centro pionero en la formación continuada; el HvV, un moderno centro de simulación, un nuevo paradigma en la enseñanza de la Medicina, reducido a un número muy pequeño de hospitales en todo el mundo. Pero sin duda, el matrimonio indisoluble salud y ciencia, sigue siendo nuestro sello de identidad. Los mejores profesionales, los mejores servicios, los mejores hospitales de cualquier investigan, y Valdecilla lleva en su ADN el amor por la investigación. Nuestra obligación es, también, investigar, innovar, ayudar a mantener a Valdecilla y a la Facultad de Medicina de la Universidad de Cantabria como un centro de excelencia. Es, en definitiva, un hospital con alma, donde todas y cada una de las personas que trabajamos, aportamos lo poco que tenemos para hacer un gran hospital.
Pero, y, ¿qué esperamos de vosotros? Las expectativas acerca de las cualidades del médico siempre han sido altas. Un médico español del siglo XIII, Arnau de Vilanova, en una de sus obras “De la Práctica Médica y de la Prudencia de los médicos” dice acerca de las mismas: “El médico debe ser estudioso, para saber. Debe ser cauto y ordenado en el prescribir. Prudente en sus respuestas y pronósticos. Fiel en sus promesas, pero no asegure la salud porque ello sería usurpar el poder de Dios y ofenderlo. Constante y diligente. Discreto en las visitas. Parco en el hablar. Moderado en sus afectos y benévolo con los pacientes”.
Esperamos vuestra fuerza, ilusión, trabajo, entrega, esfuerzo, sacrificio…. Y además: Esperamos ser capaces de tratar enfermos, no enfermedades. Sin renegar del paradigma osleriano, que ante todo trata de identificar entidades nosológicas, queremos un médico capaz de adaptar la enfermedad a la realidad de cada paciente. Queremos hacer “cosas” al paciente, pero sobre todo hacer “cosas” con el paciente, haciéndole un elemento activo de su propia enfermedad y, especialmente, de su recuperación. En un momento de continuos cambios, la medicina personalizada, quizás constituya el paradigma del médico centrado en el paciente que deseamos. De hecho, es posible esta medicina personalizada nos lleve no solo a añadir años a la vida, sino a añadir vida a los años. Pretendemos formar profesionales que escuchen y miren a sus pacientes. Una competencia clave es la capacidad de comunicarse y comprender al paciente.
No basta con ser extraordinariamente competente en el diagnóstico y/o en el tratamiento. La empatía es imprescindible. Francesc Borrell-Carrió, define la empatía verdadera no tanto como un sentimiento sino como una actitud que nace del “esfuerzo por entender la posición del paciente durante una relación asistencial”. Debemos evitar la fascinación por las nuevas tecnologías y, sin embargo, debemos entusiasmarnos con las posibilidades que nos ofrecen para ayudar a nuestros pacientes. Analicemos, reflexionemos, utilicemos los avances tecnológicos, adoptemos un esquema de pensamiento científico, pero, sobre todo, escuchemos a nuestros pacientes, miremos a nuestros pacientes. Seamos efecticos y afectivos; quizás sea mejor cambiar el orden: seamos afectivos y efectivos. Un médico debe ser capaz de establecer una convivencia íntima entre lo racional y lo sentimental; la racionalidad sin sentimientos es mala medicina, los sentimientos sin racionalidad no es medicina.
Aspiramos a educar profesionales críticos. Os moveréis en unas coordenadas caracterizadas por el indeterminismo y la incertidumbre. Debéis mantener la actitud crítica propia del método científico. Pero, simultáneamente, debéis entender que el abordaje científico capaz de dar respuesta a determinadas cuestiones de la naturaleza es incapaz de ofrecerla a muchos de los problemas que afligen a los pacientes, relacionados con el sufrimiento y la muerte. De hecho, como afirmara Erich Fromm, un psicoanalista alemán “cuanto más ahondemos en la profundidad de nuestro ser o en la del otro, tanto más se alejará de nosotros la meta del conocimiento total”. Si somos científicos seremos escépticos; contraeréis la escepticemia; “un trastorno raro y generalizado de baja infectividad”, cuyo fin es fomentar en el profesional la lectura crítica de la información médica, desarrollando “escepticismo científico”, un pensamiento crítico. Sed críticos y medid el impacto de vuestras intervenciones.
Queremos educar a estudiantes para convertirlos en profesionales honestos y honrados. No seáis petulantes, la aportación de los profesionales sanitarios a la salud de la población y del individuo es discreta. Deberás exponer a tus pacientes las limitaciones de la Medicina actual y la inevitabilidad de la misma enfermedad y de la muerte, de la que no debes rehuir hablar, en términos adaptados a cada caso y a cada circunstancia. De hecho, tu paciente y sus allegados esperan oírte hablar de la muerte con serenidad y respeto, pero sin reticencias ni tapujos. Si no lo haces, y dejas esta labor en manos de otros, tú privilegiada relación con tú paciente se deteriorará de forma irreversible y dejarás que tú papel sea el de un mero técnico superior, que únicamente sabe aportar soluciones científico-técnicas.
Deseamos que seáis leales con nuestra Universidad y nuestro Sistema de Salud. Por desgracia, la salud si tiene precio. Esperamos que aprendáis a adoptar las decisiones más correctas para vuestros pacientes haciendo un uso razonable y responsable de los recursos sanitarios. Sin duda, os enfrentareis con múltiples dificultades y problemas. La desproporción entre la demanda incesante de los pacientes y la oferta limitada; la indefinición de los límites de la medicina y de las funciones del médico; los cambios en la relación médico-enfermo; la entrada en escena de las ciencias OMICAs y la medicina predictiva son algunos de ellos. Debes actuar con prudencia y sensibilidad, buscando en todo momento un equilibrio razonable entre los beneficios individuales y comunitarios de tus actuaciones. Un refrán de nuestra tierra dice: al temeroso, una pulga le parece un oso. Sé valiente y decidido en la resolución de los problemas, y original en su planteamiento. Como nos dijo Rita Levi Montalcini (neuróloga y política italiana que obtuvo el Premio Nobel de Medicina), no temas las dificultades, lo mejor surge de ellas.
Esperamos que huyáis de la rutina. Hace unos años, con el inicio de vuestra formación académica en la Facultad de Medicina, iniciasteis un proceso de formación continuada que durará toda vuestra vida profesional. Cada etapa de la vida tiene retos diferentes para este esfuerzo continuado. Quizás, una excelente medicina para mantener nuestro espíritu crítico sea la habilidad de interrogarnos sobre nuestro quehacer diario. Steve Jobs nos dio alguna clave con su actitud: “Cada día me miro en el espejo y me pregunto: «Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer? Si la respuesta fuese ‘no’ durante demasiados días seguidos, sabría que necesitaba cambiar algo».
Trabaja, estudia, investiga. Perdón, olvidé recordaros una obligación más: disfruta de esta Universidad, de tu futura profesión, de este hospital, de tus compañeros y no olvides ser feliz. Como dijo Gabriel García Márquez en su obra “Del amor y otros demonios”, “no hay medicina que cure lo que no cura la felicidad».
Hasta aquí el discurso. Ahora las preguntas:
- Debemos evitar la fascinación por las nuevas tecnologías y, sin embargo, debemos entusiasmarnos con las posibilidades que nos ofrecen para ayudar a nuestros pacientes. ¿Dónde situarías vosotros, en este contexto, la IA?
- ¿Es tan críticamente importante la IA en la educación de nuestros futuros médicos? Si las nuevas herramientas son capaces de ofrecernos una ingente cantidad de información en un tiempo récord, ¿debemos de dejar de transmitir una excesiva información a nuestros estudiantes y residentes? ¿No debiera ser la misión de nosotros, sus profesores, guiarles por el conocimiento, asesorarles, más que ser fuentes de información? En definitiva, ¿no debe ser nuestra misión la de enseñarles a aprender, a decidir en un entorno complejo y lleno de
incertidumbres? - ¿No os parece que la formación humanística se está abandonado por completo?
- ¿No os parece que una parte importante de nuestros futuros médicos no estudian medicina, sino MIRicina?
- ¿Somos responsables de estos hechos? Y, si contestamos, afirmativamente, ¿cómo lo podemos
cambiar? - ¿Hemos preguntado, preguntamos, a nuestros estudiantes, a nuestros residentes?
- ¿Han cambiado las necesidades de los pacientes?
- Una competencia clave es la capacidad de comunicarse y comprender al paciente. ¿Mejorará la IA nuestra capacidad de comunicarnos con nuestros pacientes?
- Queremos hacer “cosas” al paciente, pero sobre todo hacer “cosas” con el paciente, haciéndole un elemento activo de su propia enfermedad y, especialmente, de su recuperación. ¿Nos harán disponer de más tiempo las herramientas de IA para hacer cosas con el paciente? En definitiva, ¿nos permitirán estas herramientas ser más empáticos?
En fin, se me ocurren muchas preguntas que, hoy, me apetecía compartir con vosotros. Unas preguntas efectuadas para la reflexión. Y, tal y como acabé una entrada al blog de https://www.medicineai.es, este texto sólo pretende contribuir a fomentar un pensamiento crítico sobre una tecnología que cambiará nuestra forma de entender la medicina.
Parafraseando a los editores de la nueva revista del NEJM, NEJM-IA, solo pretendo resituar la inteligencia artificial en una medicina que seguirá dependiendo de la inteligencia natural, de nuestra inteligencia, de nuestra empatía, más que del saber enciclopédico.